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domingo, 25 de julio de 2010

¿Acaso en Boca ya no quedan románticos?

El 30 de Junio se presentaba desde el final (antes de tiempo) del ciclo de Abel Alves como una fecha clave: se vencían catorce contratos de jugadores del plantel profesional y sólo algunos de esos nombres seguirían vistiendo la camiseta xeneize. Víctimas de sus malos rendimientos, Marino, Rosada, Paletta, Krupoviesa, Prediger, Luiz Alberto, Morel, Insúa e Ibarra tenían ya un futuro cierto: lejos de la ribera. Por otro lado, Medel, a préstamo, elevaba su figura tras los dos goles a River y se convertía en ídolo (del semestre) como había dicho Basile tiempo atrás. Pero la cuestión prioritaria pasaba por la columna vertebral del equipo y del club durante los últimos 12 años: Battaglia, Palermo y Riquelme finalizaban sus vínculos. Nadie cuestionaba en la mesa chica al número 5, pero, cuando se trataba de los dos líderes un vestuario dividido, las dudas empezaban. Palermo es el eterno goleador y por Riquelme la hinchada había hecho retumbar las paredes de la Bombonera durante el Superclásico. La decisión era del técnico que arribase.
Claudio Borghi desembarcó en el mundo Boca con los laureles de campeón aún colgados y, bebiendo en último sorbo del champagne con el que festejó la victoria de Argentinos Juniors, fue claro: “Son dos jugadores fundamentales, con ellos necesitamos reforzar otras líneas”. Consecuentemente, llegaron Lucchetti, Cellay, Insaurralde, Escudero, Caruzzo y Fierro. Pero, aunque Amor Ameal repetía una y otra vez la preeminencia de las contrataciones de los dos referentes, las negociaciones no avanzaban: Palermo se subía a un avión rumbo a Sudáfrica dispuesto a romper nuevos récords y Riquelme se sometía a una operación de meniscos de su pierna izquierda (razón por la cual Boca está obligado según los dispone Futbolistas Agremiados a retener en sus filas al enganche hasta que se recupere completamente). Por los últimos días de Junio (Copa del Mundo de por medio), lo de Palermo era confuso y Riquelme parecía más cerca de Casa Amarilla; tan cerca que en unos pocos días daría noticias en ese lugar…
El mundial quedaba atrás luego de la goleada alemana y se rompía el silencio del fútbol nacional: era el ruido de un corcho que volaba de su botella y rebotaba contra una de las paredes de la parrilla “La Raya”. Un señor de voz ronca festejaba junto a su amigo que decía, en tercera persona, estar feliz.
El 29 de Junio, Román visitaba de sorpresa el country Mapuche, donde Boca realizó su pretemporada, y demostraba su predisposición ante una negociación donde había “tozudez de ambas partes”. Unas horas después, se concluía el vínculo que unía al jugador con el club. Dos días más tarde, el 10 enviaba a un amigo a buscar sus pertenencias a Casa Amarilla y avisaba que era hora de escuchar otras ofertas. Flamengo y Cruzeiro, entre otros, se relamían. ¿Las ofertas? El Diego les pasó mal el celular de Riquelme.
Martín Palermo, mientras tanto, volvía a la Argentina y aseguraba su continuidad. Simple, sin vueltas, como si definiese ante un arquero.
Las reuniones de la dirigencia se sucedían y, debido a la disputa interna, algunos soldados caían. Daniel Angelici, tesorero, se alejaba momentáneamente en desacuerdo con el contrato a ofrecerse al enlace. Es que el trasfondo político es ineludible: las reminiscencias del ciclo Macri siguen presentes y sus hombres se enfrentan a los de Pompillo infatigablemente. Así es que el vocal suplente Horacio Palmieri se descarga contra los hombres del Jefe de Gobierno denunciando que son influidos por él. Evidentemente, el ídolo es un peso pesado en el mapa político xeneize: en 2011 hay elecciones y nadie quiere que la falta de Román se le sea atribuida. Más aún, ¿alguien se anima a imaginarse la Bombonera si el equipo no logra resultados?
“No hay que confundir a la gente. Si yo le pido a Boca que me compre el pase es imposible. Soy hincha de Boca. Y me voy a morir siendo bostero. Pero no pido la Bombonera. Lo único que pido son cuatro años de contrato. Si hubiesen querido esto se arreglaba hace dos meses. Tengo un montón de clubes que llaman a la oficina de mi representante.”
La cúpula azul y oro cambia las propuestas de acuerdo al parecer de JR. De un año se estiraron a tres y, ahora, a cuatro. El enganche recibió la pelota y se la sacó entre risas de encima por cuestiones económicas: se proponía fijar un dólar fijo en $3,80 para evitar los efectos de las fluctuaciones de la moneda norteamericana y, además, se exigía que el jugador fuese la cara de Coca-Cola, uno de los sponsors que subvencionaría su contrato millonario. Ameal peleó solo en comisión directiva y logró una última propuesta. Ahora es Román quien decide si sus próximos seis meses son en “el jardín de su casa” de Brandsen o de Don Torcuato.

Por Juani

1 comentario:

  1. muy buena la nota! no puedo leer más el nombre "amor" jajaja.

    sólido!

    ale

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